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  historia del club
 

La historia de Rosario Central se halla ligada al arribo del fútbol a la Argentina a través de los primeros ingleses que desembarcaron para trabajar en los ferrocarriles a fines del siglo diecinueve.
Los ferroviarios, tanto ingleses como criollos, disputaban un fútbol rústico y alborotado en los campos aledaños a los galpones

del ferrocarril Rosario - Buenos Aires desde la llegada del buque Englishman en 1864.


En el mes de octubre de 1889 ya se avizoraba la idea de fundar un club para la práctica del fútbol. Asi fue que para el 24 de diciembre en un café de la avenida Alberdi, tras una reunión que congregó a 70 personas entre funcionarios y empleados del ferrocarril se fundó el Central Argentine Railway Club.
Colin Bolder Calder fue el primer presidente y quien consiguió que el ferrocarril cediera el terreno para el primer campo

de juego, ubicado en el barrio Talleres, precisamente en los portones 3 y 4, cercano al Pasaje de Las Cadenas,

luego Celedonio Escalada.


Houper fue el vicepresidente y Chambeir el secretario.
Al principio se utilizó un vagón de ferrocarril como sede, que además cumplía la función de vestuario y de improvisada tribuna para los primeros asistentes. La casaca con la que se disputaron los primeros partidos era de color roja y blanca. Luego se optó por el azul y blanco, para terminar en la actual azul y amarilla a bastones.
El primer partido disputado por el Central Argentine Railway Club fue contra los tripulantes que arribaron en el buque de guerra británico Beagle.


Mulhall hizo la gestión y en el debut el resultado fue empate uno a uno. Ese equipo contó con las presencias de F. Barton, Postell

y Camp, J. Muskett, J. Barton y King, Mclean, Musket, Green, Mac Intock y Hooper. Al cabo de unos días se disputó la

revancha en la que ganaría el equipo de Rosario por dos goles a uno.
Durante una asamblea desarrollada en el año 1903 se cambió el nombre por el del Club Atlético Rosario Central y se admitió la inscripción de socios para aquellas personas que no fueran empleadas del ferrocarril. Para esta determinación fue de cabal importancia el impulso de Miguel Green, quien además de ser uno de los fundadores y dirigentes era delantero del equipo.


En el año 1905 se disputa el primer campeonato de la ciudad, luego de la creación de la liga Rosarina de Fútbol para la cual

el intendente Santiago Pinasco donó la copa.
Durante el año 1931 se instauró el profesionalismo y se creó la Asociación Rosarina de Fútbol. Entre ambos períodos Rosario Central totalizó 13 campeonatos locales y 5 copas nacionales.
A partir de 1939 Central comienza a jugar en AFA, el mismo año de su cincuentenario, donde hasta el día de hoy obtuvo

cinco títulos, los nacionales de 1971, 1973 y 1980, el campeonato 1986/1987 y la Copa Conmebol de 1995.

 


 

 

Historia del Gigante de Arroyito

 

 

 

Hasta el año 1925 Rosario Central tuvo que variar su campo de juego debido a diversas presiones procedentes de las
autoridades del Ferrocarril Central Argentino, las cuales habían cedido desde un principio el terreno para la disputa de los partidos.

El primer campo de juego estaba dentro de la empresa, entre los galpones tres y cuatro hasta que en el año 1894  tuvo
que mudarse a la avenida Alberdi y Jorge Harding debido a que la misma solicitó la devolución al necesitarlos.
Ante un nuevo reclamo del  Ferrocarril - la insistencia tenía el sustento de ser por una cuestión comercial, aunque también

interfería el hecho de que el club haya aceptado el ingreso de socios que no tenían vínculo laboral con la empresa- debió

mudar su cancha a la calle Iriondo.

En el año 1925, luego de una asamblea, se decidió romper el vínculo que Rosario Central tenía con el Ferrocarril y para el

mes de noviembre la comisión encabezada por el presidente Federico Flynn consiguió que el Municipio otorgara la cesión

por un lapso de veinte años del terreno ubicado en Génova y Cordiviola.

Hasta su debut en la zona que hoy se encuentra su estadio, Central jugó de manera temporaria en el Club Bolsa de Comercio,

ubicado en Ovidio Lagos y Zeballos.

Para el año 1951 se comprarían los terrenos en donde hoy está el Gigante de Arroyito tras concretarse la permuta con la Municipalidad de unos terrenos que el club poseía en la zona de Pellegrini e Iriondo y había adquirido en un remate durante
1946 con el fin de construir el “Estadio Monumental”.
El Gigante de Arroyito fue reacondicionado por Central durante la década del setenta para el único mundial de selecciones

mayores de fútbol que se disputó en Argentina.

 

Hoy por hoy es elogiado continuamente por quienes lo visitan, no sólo por su armónica construcción sino por la visión libre

de obstáculos que uno puede tener desde cualquiera de los lugares que se ubique para presenciar un partido, comparable

únicamente a la de los mejores teatros del mundo.

 

 

 

La Marcha Oficial del Club Atlético Rosario Central

 

 

El “himno” de Central fue compuesto el 29 de abril de 1945 por Laerte Carroli, quien una vez que tuvo la aprobación del presidente de la institución, por ese entonces Roberto Monserrat, se dirigió a los estudios “Odeón”, ubicados en la ciudad de Buenos Aires el día 15 de mayo del mismo año.

Allí, un grupo de quince músicos dirigidos por Lagna Fieta durante un lapso de cuatro horas grabaron la marcha que tanto enorgullece y plasma el fervor que siente el hincha de Rosario.

 

Te aplaude y te saluda jubilosa
la hinchada deportiva que te admira
Campeón de cien jornadas victoriosas
Valiente triunfador que orgullo inspira.
El símbolo auriazul de tu divisa
Se enciende y resplandece como el sol
Cada vez que la cancha se electriza
Al estallar de la victoria el gol.

ROSARIO CENTRAL
Forjador de campeones
Con ROSARIO CENTRAL
Vibran los corazones
Corazones rosarinos que te aclaman
Y que tus glorias de entusiasmo inflaman.
Otro gol de CENTRAL
Rubrica la victoria
Y el laurel triunfal
Reverdece en su historia
Esa historia jalonada de coraje
De hazañas sin par
La gloria eternal
De ROSARIO CENTRAL

Honrosos paladines del deporte
Atletas invencibles en la lid,
Impávidos luchad sin que os importe
La talla del rival fuerte y viril.

Que nunca empalidezcan tus blasones
Que siempre brille el símbolo triunfal
Arriba, pues, campeones de campeones
Para la gloria del fútbol nacional.

 

Escucha la marcha haciendo click aquí.


La Historia.
Fundación del Club Atlético Rosario Central.

No es esta una historia completa del C. A. Rosario Central. No puede serla. Para escribir y reseñar en un volumen la vida y milagros de una institución deportiva centenaria sería necesario disponer de muchas páginas. Rosario Central es, entre las entidades que practican fútbol oficial en esta ciudad, la más antigua y su comienzo casi coincide con la iniciación del juego en el país. Siendo así, necesario sería convenir que su campaña abarca amplia esfera deportiva, que toda su existencia está ligada a la evolución experimentada por el popular deporte en toda la República y que no es posible en la relativa brevedad del espacio observar todo el panorama de su extraordinaria actividad y progreso. Sabemos que mucho, pero mucho, quedará en el tintero o en el teclado de la máquina. Tratamos solamente, simplificando en lo posible, de arrojar, sincero puñado de recuerdos, en las páginas de esta revista, nada más que una síntesis de los pasajes salientes en el historial deportivo del club auriazul.

CÓMO NACIÓ EL CENTRAL ARGENTINE RAILWAY ATLETIC CLUB
No es el caso que recordemos la inauguración del ferrocarril en Rosario. La presidencia de Roca. Para la historia sucinta, breve, inconclusa, de un club deportivo, no interesa posiblemente. Pero lo importante es señalar que a raíz de ello llegaron en la segunda mitad del siglo XIX a nuestro país numerosos súbditos británicos para ejercer distintas funciones. Desde Londres fueron comisionados altos empleados que venían a dirigir. También eran ingleses gran cantidad de obreros ferroviarios. Entre esos "johnis" muchos había de edad madura. Otros eran jóvenes. Y no faltaban, como es lógico suponer, los pibes. Nos cuentan que los inglesitos, que en su patria ya se divertían pateando la pelota, empezaron aquí, en los "güecos", cercanos a los talleres, a darles puntapiés a la redonda. Ese puñado de pebetes empezó a hacer ejercicios con una pelota de goma enfrente a la parada Castellanos. Eran los muchachos de don Tomás S. Hopper – William y Henry – y F. Mc. Leen, Michel Green, F. Barton, E. Camp, J. Mac Intire, Sthephen Simps, entre otros. Fueron ellos quienes iniciaron la ruta de la entidad que habría de surgir oficialmente. Durante un tiempo jugaron partidos amistosos bajo la denominación de Talleres, hasta que SE FUNDA EL CENTRAL ARGENTINE RAILWAY ATLETIC CLUB.

FUNDACION
Era el mes de diciembre. Corrían los días agonizantes del año 1889. Caía la tarde. Un grupo de obreros y empleados del F.C. Buenos Aires y Rosario acababan de llegar, terminadas sus ocupaciones, a un viejo café de la Avenida Alberdi, donde años más tarde habría de levantarse el edificio del Colegio de los Talleres. Entre ellos se hallaban, Colin Calder, Tomás S. Hoper, R.C. Chamberlain, Miguel Green, W. Mulhall, N. Cooper, Simps, Maybe, Wilkinson, Lamb, Hollis, Muskett y algún otro que la memoria se niega a precisar. Esa tarde el círculo se había hecho más estrecho. Todos ponían atención en las palabras de Calder, que en tono al parecer convincente, poniendo calor en su expresión, exponía vaya a saber qué argumentos. ¿De qué conversaban aquellos ingleses que no podían ni siquiera presumir los criollos de las mesas cercanas? Cuando ya entrada la noche los contertulios se alejaron del lugar, se adivinaba en ellos como una promesa de una reunión no lejana. Al día siguiente, en el mismo local, quedaba fundada una entidad deportiva para la práctica de un deporte que por entonces sólo se había jugado en forma esporádica, alguna tarde que después de la tarea diaria se habían reunido en el descampado para practicar cricket. T. Mutton propuso el nombre de la institución. Se llamaría Central Argentine Railway Atletic Club. Fue primer presidente mister Colin Bolin Calder y secretario mister C. Chamberlain. Habían cristalizado, pues, una noble intención. Central Argentine Railway Atletic Club daría cabida a todos trabajadores del F.C. Rosario y Buenos Aires que desearan hacer deporte. Cuando la empresa cedió un terreno para que ahí se diseñara el campo de juego, se iniciaron de inmediato las prácticas de cricket y muy poco después las de fútbol. Los primeros colores de la flamante institución fueron blanco y rojo, más tarde casaca blanca y azul repartidos en cuadros grandes y, posteriormente, la auriazul, en franjas verticales.

EN LA PRIMERA EPOCA
La primera época estuvo erizada de dificultades. Se jugaba por el deporte mismo. El juego de los "cuatro ingleses locos" se practicaba, realmente, por pura diversión. Esos obreros entusiastas después de pasar muchas horas del día entregados a la tarea que a cada cual correspondía en los talleres del ferrocarril, junto a hierros y maquinarias, necesitaban, fuera del trabajo, buscar motivos de distracción. Es que existía, por lo demás, verdadero amor por el deporte. Los hijos de la Albión habían sabido predicar con el ejemplo las bondades que aporta el cultivo del músculo mediante el ejercicio físico, ya fuera este bajo el aspecto del cricket o del fútbol. El ferrocarril aportó bien pronto un terreno para que se hiciera el campo de deportes. Aquellas tardes del viejo barrio Talleres hallaba a los "pioneers" del gran fútbol de ahora, entregados a la práctica de un deporte que, con el correr de los años, habría de alcanzar enorme arraigo y popularidad. Pero si bien es cierto que el campo de juego, contando con la colaboración de la empresa, significaba un aporte considerable, no salvaba ello todas las necesidades del momento. Había que comprar los implementos necesarios para la práctica del fútbol, que no eran pocos, representaba un gasto apreciable, si se tiene en cuenta la carencia de un número calificado de contribuyentes y lo elevado de esos artículos importados que más de una vez habrían de causar la risa de los empleados aduaneros.

COMIENZOS DIFÍCILES
En cada etapa de Rosario Central, a cada paso, aparece el esfuerzo y la buena voluntad de sus propulsores. Desde aquella vez que uno de los "pioneers" donó tres libras esterlinas para los primeros gastos, pasando por Venancio Fuggini, que les compraba los botines a algunos jugadores para descontarles el importe a razón de dos pesos mensuales, hasta las damas que en 1919 se cotizaron para premiar a los players campeones, porque el club no estaba en condiciones de hacer gastos extraordinarios. Todavía se conserva en la entidad un pergamino obsequiado a los futbolistas por ese núcleo de entusiastas centralistas, entre los que se recuerda a la señora de Flynn, señora Delia Rimini y una hermana del entonces activo secretario Salustiano Gorostiza.

DETALLES INTERESANTES DE LA PRIMERA ÉPOCA
En viejos archivos que tenemos ante la vista encontramos algunos detalles interesantes. Como los dirigentes de los primeros tiempos eran empleados del ferrocarril y dominaban más el idioma inglés que el nuestro, la correspondencia del club era redactada en aquél. Repasando los archivos del entonces Central Argentine Railway Athletic Club se encuentran infinidad de cartas y otros documentos redactados en inglés, cosa que se hacía aún en simples anotaciones de la época. Muchos documentos de la entidad en sus comienzos han desaparecido, mientras que otros se hallan celosamente guardados. Entre estos, al repasarlos, hemos visto una de las primeras actas de reuniones de C.D. Corresponde a la celebrada el 23 de setiembre de 1904, presidida por el señor H. Pearce. En ella se autorizó la práctica del cricket y el comienzo de un campeonato interdepartamental del mismo deporte, como así también la construcción de armarios, cobrándose a los socios que los usaren, una suscripción anual. Cada seis meses se acostumbraba realizar asambleas para designar al capitán y subcapitán, a la vez que miembros de la comisión de cricket. Una de las citaciones halladas en los archivos, es la de la sesión para el día 13 de octubre de 1906, a la 5 p.m.

SE DENOMINA ROSARIO CENTRAL
El primitivo nombre de Central Argentine Railway Athletic Club, subsistió hasta principios de siglo. Cuando en el año 1903 se produjo la fusión de los ferrocarriles Buenos Aires y Central Argentino, se realizó una asamblea entre los asociados rosarinos y personal ferroviario que se trasladara desde Campana a esta ciudad. Fue un acto en el cual se trató de buscar la fórmula que conciliara las preferencias de las dos tendencias. Y fue así que tras algunas deliberaciones se adoptó una denominación mixta, dándose el nombre de C. A. Rosario Central, aprobándose una moción de don Miguel Green. Si bien es cierto que desde tiempo antes la práctica del fútbol constituía ya la preferencia de los asociados de la floreciente entidad, puede decirse que a partir de entonces tomó mayor arraigo y popularidad el juego. Los partidos amistosos prosiguieron a partir de entonces sin solución de continuidad y fue formando Rosario Central en sus filas a elementos que poco después habrían de brindarle legítima satisfacción. Cuando los institutos que propulsaban el juego de la redonda entre nosotros resolvieron constituir una institución central que los cobijara y organizara campeonatos, el club auriazul habría de ser uno de los más decididos organizadores.

EN LA FUNDACIÓN DE LA LIGA ROSARINA El club Rosario Central, un activo propulsor del fútbol desde fines del siglo pasado, no podía estar ausente en el acto de fundación de una entidad que diera vida oficial al juego de la redonda. Y así, con la colaboración decidida de los dirigentes del floreciente instituto auriazul, surgió la Liga Rosarina de Fútbol, el 30 de marzo de 1905. Es memorable aquella reunión en donde se echaron las bases para la fundación de la Liga, llevada a cabo en el hotel Britania, que a la sazón estaba situado en la calle Urquiza a la altura del 1200. Fue primer tesorero de la Liga Rosarina de Fútbol don Miguel Green, representante del Club A. Rosario Central.

UNA CANCHA EN 48 HORAS
Se ha dicho y con razón: "Nosotros mismos llevábamos los palos a la cancha" Eran los tiempos heroicos. Dirigentes y jugadores confundidos en un mismo esfuerzo enajenaban sus energías, ya en la faena deportiva del domingo o en los arreglos de la cancha durante las horas libres del trabajo diario en los Talleres del F.C.C.A. En el año 1917 todavía ocupaba Rosario Central la cancha en la quinta Sanguinetti. Al promediar la temporada y hallándose el campeonato en pleno apogeo, los propietarios de una franja del terreno que abarcaba el campo de deportes, obligaron a la empresa del F.C. a reducir la cancha. La Liga Rosarina emplazó entonces a Rosario Central para poner el field en condiciones dentro del término de 48 horas, de lo contrario el equipo auriazul debía jugar contra Argentino (hoy G. y Esgrima) en la cancha de este, en el Parque Independencia. Ahí fueron las de a peso... Pero el amor propio, el deseo de triunfo, el sacrificio habrían de poder más que la amenaza oficial. Los players, los dirigentes, obreros y empleados del ferrocarril, sin distingos, iniciaron una tarea extraordinaria, que tuvo su recompensa. Nadie se salvó del trabajo de alisar el terreno, delinearlos y plantar los palos. La cancha estuvo en condiciones en el tiempo acordado por la Liga Rosarina. Es domingo Rosario Central pudo, gracias al sacrificio común, jugar en su propio field. El resultado del match fue un empate en un tanto por bando. Rosario Central iba perdiendo, pero Zenón Díaz igualó las posiciones al señalarle un penalty a Eduardo Araya.

FAMILIARIDAD DEPORTIVA
Rosario Central, puede decirse, abarcó desde los primeros tiempos en su zona de influencia todo el barrio norteño de la ciudad: Arroyito, Refinería, Industrial, Alberdi. En ese enorme sector, verdadero pueblo aparte de Rosario, si se nos permite, florecieron los grandes cracks de nuestro fútbol. Sus figuras fueron a enriquecer el historial argentino con sus actuaciones internacionales. Hubo entre los players una familiaridad nunca desmentida. Jugadores que militaban en otras entidades puede decirse que estaban ligados fuertemente al instituto de la divisa azul y oro. Por eso aquellos clásicos partidos entre los obreros ferroviarios alcanzaron popularidad y fama. No eran todos futbolistas centralistas, mas, podían considerarse, tal era la amistad y el entusiasmo por el popular juego. Con emoción se recuerdan los encuentros entre los equipos denominados Locomotoras vs. Coches y Vagones. No habrá nada más que hacer desfilar por la memoria a los players que integraban aquellos conjuntos para apreciar la importancia, rivalidad y valor deportivo de aquellas jornadas inolvidables. Por Locomotoras solían jugar Serapio Acosta; Zenón Díaz e I. R. Rota; P. Molina, J. Díaz y E. Fagginani; C, Grieshaber, A. Blanco, M. Argüelles, C. Guidi y Ramírez. Y no menos poderoso era el plante de Coches y Vagones: Colombo; Morgoux y Paldal; Jamil, E. Blanco y J. Perazzo; Barbieri, Sánchez o Antuña, H. Hayes o Laiolo, E. Hayes y Pimentel. Cracks de Rosario Central y Tiro Federal se confundían, pues, en partidos que tenían el alto significado de un acercamiento que con el correr de los años ha quedado grabado con caracteres indelebles.

AUTONOMÍA DEL FERROCARRIL
Largo tiempo estuvo Rosario Central bajo tutela. La empresa del ferrocarril ejercía influencia directa sobre la institución. Sus altos empleados eran sus dirigentes. Sus asociados no podían ser otros que obreros y empleados del F.C. Central Argentino. Cuando en aquella asamblea del año 1903 se halló la fórmula conciliatoria que dio un nombre definitivo a la entidad de los colores azul y oro, se había dado un paso firme en su destino futuro. Más recién veinte años después se logró la independencia absoluta. Rosario Central tenía por delante amplios horizontes. No era menester para su desenvolvimiento y progreso la fiscalización y organización de una empresa que cerraba al instituto su campo de acción, reducido entonces a los beneficios deportivos que podía proporcionar a sus empleados ferroviarios. No será necesario destacar nada más que alguna cifras progresivas dentro de los primeros años que siguieron al acto de la independencia, para poner en evidencia su rápido progreso. Abiertas las puertas para todos los deportistas de buena voluntad que quisieran ingresar a sus filas, el movimiento de asociados dio rápidamente la impresión de lo que habría de ser en un futuro no lejano. En el año 1918 los socios apenas si llegaban a 182 y el capital oscilaba en los seis mil pesos. En 1926 los asociados sumaron la cantidad de 1.700 con un capital de 47.000 pesos. Tres años más tarde se triplicaba el número de socios y el capital ascendió a 73.000 pesos. Apenas lograda la autonomía, el club fue organizado en su carácter de sociedad civil y el gobierno de la provincia le acordó la personería jurídica.

 

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